Alejandro VI

Nacido en Játiva bajo el nombre de Rodrigo de Llançol y Borja (o Borgia), su tío Alfonso de Borgia le nombró cardenal y otros títulos, ascendiendo en la jerarquía católica rápidamente gracias a ese contacto, pues su tío a la sazón era el papa Calixto III. Dentro de la Curia romana desempeñó cargos importantes, como el de Vicecanciller, que mantuvo a pesar de los cinco papas que se fueron sucediendo hasta que finalmente consiguió comprar los votos suficientes para hacerse con el trono de la Iglesia Católica.

Ya nombrado papa, se dedicó a envolverse en todo tipo de situaciones políticas y conspiraciones que buscaban hacerse con un rango dentro de los nobles italianos para el apellido de su familia, para lo que se valió de algunos de los hijos que había tenido junto a una de sus amantes, que a su vez era hija de una amante anterior. La tristemente conocida Lucrecia Borgia fue una de esas hijas con las que su padre tramó sus conspiraciones.

Como hijo que era de nobles, su educación la típica para esas familias en la época, terminando en la Universidad de Bolonia antes de decidirse por viajar hasta Roma y seguir los pasos de su tío, que lo favoreció grandemente en a pesar de que su pontificado fue bastante breve. No obstante para cuando este murió su influencia dentro de los círculos eclesiásticos había llegado tan alto que se le conocía como el “cardenal Rodrigo”, a pesar de que su máximo puesto era el de obispo de Valencia. Tras la muerte de su tío continuó su ascenso hasta conseguir a pesar de todos los esfuerzos de algunos reyes por imponer a otros el título de papa, tras lo cual adoptó el nombre de Alejandro VI envuelto en acusaciones de soborno y compra de favores de los purpurados para conseguir haces con el trono de la iglesia.

Algunos historiadores aseguran que ese fue el comienzo de la leyenda negra de la familia Borgia, llena de intrigas, asesinatos y traiciones. Durante sus años de pontificado la familia fue consiguiendo más y más poder auspiciada por los favores que concedía la iglesia mediante su máximo representante, que colmó a sus hijos de regalos en forma de títulos nobiliarios y tierras regaladas por Roma al apellido Borgia. No obstante, como todo ese poder dependía directamente de la mano del papa Alejandro, cuando este falleció fueron desposeídos de todo y el apellido Borgia se perdió en el tiempo.