Alfonso VI El Bravo

Alfonso VI de León y Castilla, fue rey también de Galicia y conquistó la ciudad imperial de Toledo. Peleó también las batallas de Sagrajas y Uclés, perdiendo en esta última a su primer heredero.

A pesar de que no era el heredero al trono, ya que era el segundo hijo varón de los reyes, su padre decidió repartir sus dominios entre sus cinco hijos, dejando León para Alfonso y Castilla a Sancho su primogénito. No obstante, Alfonso se alió con Sancho para invadir el reino de su hermano menor, García, y decidieron repartirse el reino mientras lo encarcelaban en Burgos.

Después ambos hermanos se enzarzaron en una guerra de la cual salió perdedor, pero su hermano decidió no perseguirlo, aunque posteriormente también fue hecho prisionero en Burgos, para trasladarlo después al monasterio de Sahagún, pero su hermana Urraca intercedió por él y se refugió en la taifa de Toledo bajo la protección de uno de sus reyes vasallos. Desde allí formó una alianza con su hermana Urraca y se hizo fuerte en Zamora, ciudad que sitió su hermano, durante el cual perdió la vida a manos de un supuesto traidor. Tras la muerte se hizo de nuevo con Castilla y Galicia.

Tras el asesinato de Sancho comenzaron las desconfianzas entre el Cid y el rey, que trató de acercarse a él ofreciendo en matrimonio a su sobrina Jimena y la inmunidad, algo de lo que en la actualidad se duda. García también aprovechó la muerte de su hermano Sancho para reclamar su reino, pero Alfonso le llamó a una reunión, en la que lo recluyó en el castillo de Luna donde fallecería más adelante.

Una vez afirmado en su trono de León y bajo el título de emperador comenzó a extender sus dominios derrotando los reinos de taifas, explotando su vasallaje hacia los musulmanes. Su aliado en Toledo fue envenenado y su nieto lo sucedió, solicitando ayuda del rey leonés. Alfonso aprovechó el momento para invadir Toledo y llevarse a su rey a Valencia bajo la protección de un noble aliado. Tras la conquista de Toledo, se proclamó a sí mismo emperador de las dos religiones, comprometiéndose a reservar la mezquita mayor para los musulmanes de Toledo, aunque el arzobispo la revocó aprovechando que no se encontraba el rey allí.

La presión a la que sometió a los reinos de taifas provocó que algunos de ellos solicitaran ayuda e los almorávides, que enviaron tropas hacia tierras extremeñas en un intento de librarse del yugo cristiano.