Alonso de Ojeda

Ojeda provenía de una familia noble pero empobrecida, pero tuvo la suerte de comenzar su carrera en la casa de los duques de Medina Sidonia. Pronto ganó el patrocinio de Juan Rodríguez de Fonseca, obispo de Burgos y más tarde patriarca de las Indias, que hizo posible que Ojeda acompañara a Cristóbal Colón en su segundo viaje al Nuevo Mundo. Ojeda se distinguió allí por su osadía en la batalla con los nativos, para quienes, sin embargo, era demasiado severo y vengativo. Regresó a España en 1496. 

Después de tres años, con tres embarcaciones, viajó por su cuenta nuevamente al Nuevo Mundo acompañado por el cosmógrafo Juan de La Cosa y Amerigo Vespucci. En poco más de tres semanas avistó el continente cerca de la desembocadura del río Orinoco, y después de desembarcar en Trinidad y en otros lugares, descubrió un puerto al que llamó Venezuela (pequeña Venecia), dado su parecido con la bahía de Venecia. Después de una exploración adicional, se dirigió a la isla La Española, donde no fue recibido cordialmente, porque se pensaba que estaba infringiendo los privilegios de exploración de Colón. 

A su regreso a España en 1500, llevó consigo a muchos cautivos que vendió como esclavos. Teniendo todavía amigos influyentes en casa, pudo equipar una nueva expedición, que abandonó Cádiz en 1502 y desembarcó en el continente americano en un lugar que llamó Santa Cruz. Allí estableció una colonia que no duró mucho debido a la imprevisión de sus compañeros y su extrema crueldad hacia los indios. Frustrados bajo su liderazgo, estos compañeros se volvieron contra él y lo enviaron de vuelta como prisionero a España, acusándolo de haberse apropiado de los ingresos reales. Fue juzgado y condenado a pagar una fuerte multa. Sin embargo, tras su apelación, fue absuelto de toda culpabilidad, pero quedó reducido a la pobreza.

De una forma u otra, regresó a La Española, donde también se encontraba su antiguo asociado Cosa. Allí concibió la idea de establecer colonias en el continente entre Cabo de Vela y el Golfo de Uraba, y después de un tiempo solicitándolo al gobierno, finalmente los dos compañeros obtuvieron el permiso necesario. Regresó a España y organizó su tercera y última expedición, solo después de un gran esfuerzo. Entre las personas que embarcaron en sus cuatro embarcaciones estaba Francisco Pizarro, el futuro conquistador del Perú. Hernán Cortés, quien luego dominaría México, habría estado entre los soldados que participaron en esta aventura, si una repentina enfermedad no le hubiera impedido navegar. 

Cuando llegó a su destino, Ojeda encontró a los nativos muy hostiles; atacaron sus fuerzas y mataron a todos, excepto a Ojeda y otro. Ambos escaparon a la costa, donde fueron socorridos por los que habían dejado a cargo de los barcos. Sin desesperse, fundó una nueva colonia en San Sebastián. Pronto se hizo necesario recurrir a La Española para obtener suministros para el asentamiento, a cargo del cual dejó a Pizarro. Naufragó en el camino, y solo después de sufrir grandes privaciones, finalmente llegó a Santo Domingo, donde murió.