El gran científico italiano
Antonio Santi Giuseppe Meucci nació en San Frediano, un popular barrio de la ciudad de Florencia, el 13 de abril de 1808. Al no tener su familia un buen pasar económico,
Antonio no pudo completar sus estudios en la Academia de Bellas Artes y comenzó a trabajar muy joven; ocupado diversos puestos de trabajo, desde empleado en la oficina de aduanas, a mecánico de teatro. En el ambiente teatral conoció a Ester Mochi, una costurera que se convertiría en su esposa.
Desde joven, Meucci desarrolló una pasión por la electricidad fisiológica y animal. También se involucró en la política implicándose en los movimientos revolucionarios de 1831 y, debido a sus convicciones políticas e ideas liberales y republicanas, se vió obligados a abandonar el Gran Ducado de Toscana. Después de largas peregrinaciones entre los Estados Pontificios y el Reino de las Dos Sicilias, emigró a Cuba, donde siguió trabajando como mecánico teatral. En 1850 se trasladó a los Estados Unidos, estableciéndose en Nueva York.
En Nueva York
Meucci abrió una fábrica de velas. Allí conoció a
Giuseppe Garibaldi, que trabajaría para él: entre los dos se formó una importante amistad. La colaboración entre estos dos famosos italianos se exhibeactualmente en el museo neoyorkino "
Garibaldi - Meucci".
Meucci había llevado adelante estudios sobre un aparato telefónico durante algún tiempo, pero fue en 1856 que completó la invención con la construcción de un primer modelo: su urgencia radicaba en la necesidad de comunicarse desde su oficina con la habitación de su esposa, afectada por una grave enfermedad. En una nota de 1857, Meucci describe así al teléfono "consiste en una membrana que vibra y un imán electrificado por un alambre enrollado que le rodea. Al vibrar el diafragma altera la corriente magnética. Estas alteraciones de corriente, transmitadas al otro extremo del alambre, imprimen vibraciones similares al diafragma receptor, y reproduce la palabra".
El científico Meucci tenía ideas claras, pero carecía de los medios económicos para apoyar sus actividades. La fábrica de velas estaba en quiebra y buscó financiación en algunas familias italianas ricas, pero sin obtener los resultados deseados. Pronto escaseó el dinero, incluso para su sustento y tuvo que depender de la ayuda y solidaridad de otros emigrantes italianos conocidos. También fue víctima de un accidente en un barco y debió estar postrado en cama durante meses. Su esposa Esther se vio obligada a vender todo el equipo telefónico a un chatarrero por sólo 6 dólares.
Meucci no se desanimó y, en 1871 solicitó una patente para su invento, al que llamó "teletrófono". Pero regresaron los problemas económicos: con los 20 dólares que contaba no podía permitirse el lujo de pagar por la asistencia legal que le reclamaba 250. La alternativa fue conseguir algún tipo de patente provisional, los llamados caveat que debían renovarse cada año a un precio de $ 10. Meucci pudo pagar esa cantidad solamente hasta 1873.
En el mismo periodo, adjuntando una extensa documentación sobre su investigación, Meucci se dirigió a la poderosa American District Telegraph Company de Nueva York, solicitando la oportunidad de usar sus líneas para sus experimentos. La compañía no evaluó el potencial económico del instrumento y el científico italiano sufrió una nueva decepción.
En 1876
Alexander Graham Bell solicitó una patente para su teléfono. Los siguientes años de vida de
Meucci se invertirían en una larga controversia para reclamar la paternidad de la invención.
Meucci encontro patrocinio de la Globe Company, que inició una demanda contra la Bell Company por infracción de patentes. La demanda terminó el 19 de julio de 1887 con un fallo que, si bien reconoció algunos méritos a Antonio Meucci, le dio la razón a Bell. La sentencia establecía que Meucci había inventado el teléfono, pero no el teléfono eléctrico.
Antonio Meucci murió a la edad de 81 años, 18 de octubre de 1889, poco antes de la empresa Globe presentara un recurso de casación contra la sentencia. El Tribunal Supremo de Estados Unidos decidió la desestimación del caso.
Durante más de un siglo, a excepción de Italia, Bell ha sido considerado el inventor del teléfono. El 11 de junio de 2002, el Congreso de Estados Unidos reconoció oficialmente a Antonio Meucci como el inventor del primer teléfono.