Deodoro Da Fonseca

El militarismo, alimentado durante la Guerra del Paraguay, se hizo realidad a finales de 1870. El ejército se veía a sí mismo como el salvador de la nación, y la Escuela Militar fue el centro de la propaganda positivista. El prestigio de Deodoro había crecido tanto,  que cuando el Duque de Caxias murió en 1880, el partido conservador esperaba que Deodoro quisiera asumir el papel del duque para pacificar al ejército. Pero Deodoro tenía admiración por los jóvenes oficiales, que se sentían atraídos cada vez más por el republicanismo y el positivismo. Promovido a la intendencia general del ejército, fue asignado a una oficina en Río de Janeiro, donde se convirtió en el hombre fuerte del ejército en torno al cual los oficiales y sus simpatizantes se manifestaban.
Mientras las crisis militares y civiles se intensificaban, Deodoro fue transferido primero al Mato Grosso y luego de regreso a Río de junio de 1889. Los rumores de recortes en el personal militar y de tropas enviadas a la frontera para disminuir la fuerza del ejército en Río, agravó el conflicto creciente.}

Presionado por los militantes para dirigir un golpe de estado y proclamar una república, Deodoro creia que el honor de los militares se podría mantener más allá de  derribar un ministerio. Después de repetidas súplicas  aceptó dirigir la revuelta. Sin embargo, su verdadero objetivo todavía no estaba claro. Incluso durante el verdadero golpe, dirigido por Floriano Peixoto el 15 de noviembre de 1889, cuando Deodoro se enfermó, él pareció pensar que era simplemente un movimiento en contra de un ministerio antagónico. El emperador Pedro II fue enviado al exilio al día siguiente.

El 17 de noviembre se formó el gobierno provisional con Deodoro como jefe ejecutivo. Desafortunadamente, él no estaba bien adaptado para esa posición. Acostumbrado a la obediencia instantánea, tenía poca paciencia y capacidad administrativa.

Recibiendo una mínima cooperación de sus ministros y ataques diarios de la prensa, Deodoro estaba cada vez más desconcertado con sus nuevas responsabilidades. El 20 de enero de 1891, su gabinete renunció en masa. El 24 de febrero, sin embargo, la Constitución fue proclamada, y el Congreso Constituyente nombró a Deodoro presidente  y a  Peixoto su vicepresidente.

Impopular y con frecuencia gravemente enfermo, Deodoro enfrentó un trastorno crónico en el país y el caos fiscal; estaba en constante conflicto con el Congreso, y Peixoto conspiraba contra él. El 3 de noviembre de 1891, Deodoro disolvió el Congreso, proclamó el estado de sitio en Río y sus alrededores, y gobernó por decreto. Su régimen dictatorial fue de corta duración, pero igual se enfrentó a la desafección rebelde del ejército, mientras continuaba su mal estado de salud. El 22 de noviembre sufrió un grave ataque al corazón. Dos días más tarde renunció y fue sucedido por Peixoto.

Peixoto aplastó con eficacia una revuelta para restaurar a Deodoro en enero de 1892, pero para entonces Deodoro sufría un grave deterioro físico y mental. Murió en Petrópolis el 23 de agosto de 1892.