Diógenes

Diógenes de Sínope fue el arquetipo de los Cínicos, una secta filosófica griega que enfatizaba la autosuficiencia estoica y el rechazo del lujo. Algunos le atribuyen haber originado el modo de vida cínico, pero él mismo se reconoce en deuda con Antístenes, por cuyos numerosos escritos probablemente haya sido influenciado. Fue con su ejemplo personal, más que por cualquier sistema de pensamiento coherente, que Diógenes transmitió la filosofía cínica. Sus seguidores se posicionaron como perros guardianes de la moralidad.

Diógenes fue sujeto de numerosas historias apócrifas, una de las cuales describe su comportamiento al ser vendido como esclavo. Declaró que su oficio era el de gobernar a los hombres y fue nombrado tutor de los hijos de su amo. La tradición le atribuye la famosa búsqueda de un hombre honesto conduciendo a plena luz del día con una linterna encendida. Casi seguramente forzado al exilio de Sinope junto con su padre, probablemente ya había adoptado su vida de ascetismo (griego askesis, "entrenamiento") cuando llegó a Atenas. Referido por Aristóteles como una figura familiar allí, Diógenes comenzó a practicar el anti-convencionalismo extremo. Hizo ptopia la misión "desfigurar la moneda", tal vez significando "sacar de circulación la moneda falsa". Es decir, buscó exponer la falsedad de los estándares y creencias más convencionales y llamar a los hombres a una vida simple y natural. 

Para Diógenes, la vida simple significaba no solo descuido del lujo, sino también despreocupación de las leyes y costumbres de las comunidades organizadas y, por lo tanto, "convencionales". La familia era vista como una institución antinatural que debía reemplazarse por un estado natural en el que los hombres y las mujeres serían promiscuos y los niños serían la preocupación común de todos. Aunque el propio Diógenes vivía en la pobreza, dormía en edificios públicos y pedía comida, no insistía en que todos los hombres debían vivir de la misma manera, sino simplemente queria mostrar que la felicidad y la independencia eran posibles incluso en circunstancias reducidas.

El programa de vida defendido por Diógenes comenzaba con la autosuficiencia, o la capacidad de poseer dentro de uno mismo todo lo que se necesita para la felicidad. Un segundo principio, "desvergüenza", significaba la necesaria indiferencia hacia aquellas convenciones que sostienen que las acciones inofensivas en sí mismas no pueden realizarse en todas las situaciones. A éstos, Diógenes añadió la "franqueza", un celo intransigente por exponer el vicio y engreír y conmover a los hombres para que se reformen. Finalmente, la excelencia moral debía obtenerse mediante el entrenamiento metódico o ascetismo.

Entre los escritos perdidos de Diógenes están los diálogos, obras de teatro y La República, que describía una utopía anarquista en la que los hombres vivían vidas "naturales".