Don Pelayo como le llaman
fue el primer monarca del reino de Asturias hasta el último día de su vida. Su origen es controvertido,
señalándose varios lugares de su nacimiento, se cree que puede haber nacido en el año 718.
Se especula que fue
hijo del Duque Favila y que su familia era una de las más importantes de la aristocracia del norte de la Península, para la mayoría de los historiadores, tenía origen visigodo que se asentó en la cuenca del Sella.
Luego de la muerte del Rey Rodrigo en manos de invasores árabes que se dio en la batalla del Guadalete, el reino visigodo cayó, quedando la península Ibérica en manos de los musulmanes. Se dice que Don Pelayo fue rehén en Córdoba y que más o menos en el año 718, fue parte de una organización que se
puso en contra del pago de los impuestos que exigían los nuevos gobernantes, lo que terminó en una guerra abierta.
El gobernador árabe envió un ejército para acabar con la revuelta, pero Pelayo y quienes lo seguían, que con anterioridad habían conseguido algunas victorias, defendieron su posición evitando la conquista de los musulmanes.
Tras una persecución a los atacantes por Pelayo y sus efectivos, estos se vieron obligados a retirarse derrotándolos en Olalíes, pasando establecer la capital en Cangas de Onís.
Según las crónicas
el heroísmo de Pelayo, casi sobrehumano, hizo que los españoles lo convirtieran en
el primer héroe de la Reconquista, siendo celebrado en toda ocasión como el famoso poema titulado Pelayo de Alonso López Pinciano, escrito en el año 1605 así como en numerosos dramas del Siglo de Oro, siendo los más conocidos El último Godo de
Lope de Vega y El Restaurador de Asturias de Juan Bautista Diamante.
Proclamado rey,
Pelayo murió en Cangas de Onís, lugar donde tenía su corte. Se cree que el año de su muerte fue el 737 y que luego de su muerte su cadáver fue sepultado en la iglesia de Santa Eulalia de Abamia, ubicada en la localidad el mismo nombre, donde antes, fue sepultada también su esposa, la Reina Gaudiosa.