Elena Lucrezia Cornaro Piscopia, nacida el 5 de junio de 1646, en la ciudad de Venecia, Italia, fue una erudita italiana, la primera mujer en recibir un título de una universidad.
El padre de Cornaro, Giovanni Battista Cornaro Piscopia, era un noble. Su madre, Zanetta Boni, era campesina y no estaba casada con Giovanni (con quien ella tenía otros cuatro hijos) al momento del nacimiento de Elena. Cuando Elena tenía siete años, una amigo de su familia, el sacerdote Giovanni Fabris, animó a su padre para que ella comenzara lecciones de griego y latín. Más tarde se volvió fluida en francés, español y hebreo, y también estudió matemáticas, astronomía, filosofía, música y teología.
En 1669 tradujo del español al italiano Colloquio di Cristo nostro Redentore all’anima devota (“Diálogo entre Cristo nuestro Redentor y un alma devota”), un libro del monje cartujo Giovanni Laspergio. La fama de su logro intelectual se extendió, y fue invitada a unirse a varias sociedades académicas. En 1670 se convirtió en presidenta de la sociedad veneciana Accademia dei Pacifici (Academia de los Pacíficos).
En 1672, por recomendación de Carlo Rinaldini, su tutor en filosofía, Felice Rotondi, su tutor en teología, solicitó a la Universidad de Padua que le otorgara a Cornaro el grado de doctor en teología. El cardenal Gregorio Barbarigo, obispo de Padua, asumió que Cornaro estaba buscando una licenciatura en filosofía y apoyó su búsqueda de una licenciatura. Sin embargo, cuando descubrió que Cornaro buscaba un título en teología, se negó a otorgárselo porque era una mujer. Sin embargo, le permitió obtener un título de doctor en filosofía. El 25 de junio de 1678, debido al inmenso interés en Cornaro, su defensa se llevó a cabo en la catedral de Padua en lugar de en la universidad. La defensa de Cornaro, que consistió en explicar dos pasajes elegidos al azar de Aristóteles, tuvo éxito, y se le presentó la tradicional corona de laurel, la capa de armiño, el anillo de oro y el libro de filosofía.
Cornaro se había convertido en oblata (laica monástica) de la orden benedictina en 1665, y después de obtener su título, dividió su tiempo entre más estudios y enseñar a los pobres. Durante gran parte de su vida tuvo mala salud, y el extenso trabajo caritativo, las rigurosas penitencias que realizó y su extrema dedicación a los estudios hicieron mella en su débil condición física. Su muerte en 1684 estuvo marcada por servicios conmemorativos en Venecia, Padua, Siena y Roma.