El filósofo griego
Epicteto nació en el año 55 d. C., probablemente en Hierápolis, Frigia (ahora Pamukkale, Turquía).
Epicteto está asociado con los estoicos y recordado por el tono religioso de sus enseñanzas, en las que elogiaba a numerosos de los primeros pensadores cristianos.
Su nombre original no se conoce;
epiktetos es la palabra griega que significa "adquirido". Cuando era niño era un esclavo, pero logró asistir a las conferencias del estoico Musonius Rufus. Más tarde se convirtió en un hombre libre y vivió su vida cojo y con mala salud. En el año 90 d. C. fue expulsado de Roma con otros filósofos por el emperador
Domiciano, que estaba irritado por la recepción favorable dada por los estoicos a los opositores de su tiranía. El resto de su vida
Epicteto la pasó en Nicopolis.
Hasta donde se sabe, Epicteto no escribió nada. Sus enseñanzas fueron transmitidas por Arrian, su alumno, en dos obras: Discursos, de los cuales existen cuatro libros; y el Encheiridion, o Manual, una versión aforística condensada de las principales doctrinas. En sus enseñanzas, Epicteto siguió más a los primeros estoicos en desmedro de los posteriores, volviendo a Sócrates y a Diógenes, el filósofo del cinismo, como modelos históricos.
Principalmente interesado en la ética, Epicteto describió la filosofía como aprender "cómo es posible emplear el deseo y la aversión sin obstáculos". Creía que la verdadera educación consistía en reconocer que solo hay una cosa que pertenece completamente a un individuo: su voluntad o propósito. Dios, actuando como un buen rey y padre, ha dado a cada ser una voluntad que no puede ser forzada o frustrada por nada externo. Los hombres no son responsables de las ideas que se presentan a su conciencia, aunque son totalmente responsables de la forma en que las usan. "Dos máximas", dijo Epicteto, "debemos tener en cuenta que, aparte de la voluntad, no hay nada bueno o malo, y que no debemos tratar de anticipar o dirigir eventos, sino simplemente aceptarlos con inteligencia". El hombre debe creer que hay un Dios cuyo pensamiento dirige el universo.
Como teórico político, Epicteto veía al hombre como miembro de un gran sistema que comprendía tanto a Dios como a los hombres. Cada ser humano es principalmente un ciudadano de su propia comunidad, pero también es miembro de la gran ciudad de dioses y hombres, de la cual la ciudad política es solo una copia pobre. Todos los hombres son hijos de Dios en virtud de su racionalidad y están vinculados por naturaleza con la divinidad. Así, el hombre es capaz de aprender a administrar su ciudad y su vida de acuerdo con la voluntad de Dios, que es la voluntad de la naturaleza. El instinto natural de la vida animada, al que el hombre también está sujeto, es la autoconservación y el interés propio. Sin embargo, los hombres están tan constituidos que el individuo no puede asegurar sus propios intereses a menos que contribuya al bienestar común. El objetivo del filósofo, por lo tanto, es ver el mundo como un todo, crecer en la voluntad de Dios y hacer suya la voluntad de la naturaleza.
Epicteto falleció hacia el año 135, en Nicopolis, Epiro.