Federico el Grande

Perteneciente a la Casa de Hohenzollern, Federico nació el 24 de enero de 1712, sus padres eran Frederick William I de Prusia y la princesa Sophia-Dorothea, hermana de Jorge II de Gran Bretaña. La pareja disfrutaba de una unión política y no mucho más. Frederick William era autoritario e irascible; Sofía era bien educada y amaba la riqueza de la vida. Diferentes en todo sentido, los padres de Federico procuraron moldear a su hijo, a su propia, aunque totalmente diferente imágen.

Durante su infancia, Federico conoció, a través de su madre, los muchos tesoros de la Ilustración. Pasó sus primeros años con tutores, aprendiendo poesía, cultura francesa, y los clásicos griegos y romanos. Su padre, sin embargo, irritado por estas enseñanzas, empujó a su hijo a formarse en los asuntos prácticos del manejo y defensa de un estado. Cuando tuvo la edad necesaria, Federico fue ingresado en el ejército para tomar un curso ciencia militar y gobierno.

Frederick William abusaba de su hijo, a menudo golpeándolo y humillándolo por razones triviales. Finalmente, en 1730, a los 18 años, Federico intentó escapar con su amigo de la infancia, Hans Herman von Katte. Fueron capturados y arrestados por traición y Katte fue decapitado en presencia de Federico. Frederick William perdonó a su hijo y lo colocó como funcionario subalterno en la administración local para que conociera los procedimientos de gobierno.

Después de una tibia reconciliación, el padre de Federico le arregló un matrimonio con Isabel Cristina de Brunswick-Bevern, en 1733. Federico se separó rápidamente de ella y, por el resto de su vida, no mostró ningún interés en las mujeres. Ascendió al trono a la muerte de su padre en 1740, y abandonó los objetivos pacíficos de su predecesor para hacerse un lugar en la intriga geopolítica de la Europa del siglo 18. Afortunadamente, su detestable padre dejó a su hijo un ejército fuerte y amplios fondos.

En 1741, Prusia consistía en territorios dispersos en toda Europa centra le importantes aliados. Al notar la debilidad del Imperio austríaco, Federico engañaó a la reina María Teresa de Austria para que permitiera a sus ejércitos ocupar la Baja Silesia a cambio de su protección contra Francia, España y Baviera. A continuación, procedió a invadir las áreas clave, obligando a Maria Teresa a cederle la casi totalidad de Silesia en 1745.

En 1756, Austria, apoyada por Francia y Rusia, trató de recuperar el control de Silesia. Federico atacó preventivamente, invadiendo Sajonia e iniciando la Guerra de los Siete Años. En una serie de batallas a muerte, Federico perdió territorios, los recuperó y luego los perdió nuevamente. En 1760, las fuerzas austro-rusas ocuparon Berlín y Federico, reducido a la desesperación, consideró el suicidio. Sin embargo, la muerte de la emperatriz Isabel de Rusia colocó a Pedro III en el trono y Rusia se retiró de la guerra. Aunque Federico no ganó territorio, el tratado firmado al finalizar la guerra, le permitió retener Silesia y le hizo popular en muchos territorios de habla alemana. Prusia se convirtió en uno de los poderes preeminentes en Europa.

En el plano interno, la influencia de la Ilustración sobre Federico fue más evidente. Reformó el ejército y el gobierno, estableció la tolerancia religiosa y concedió una forma básica de libertad de prensa. Reforzó el sistema legal y estableció el primer código alemán de leyes. Entre todas sus obras, Federico el Grande, como llegó a ser conocido históricamente, dejó un legado de dedicación a Alemania, que fue un ejemplo para los líderes de los siglos XIX y XX.