Filippino Lippi

Filippino Lippi fue uno de los pintores y dibujantes florentinos más talentosos y consumados de la segunda mitad del siglo XV. Nació alrededor de 1457, producto de una famosa e ilícita relación entre el pintor Fra Filippo Lippi y la joven monja Lucrezia Buti. Primero formado por su padre, ingresó en el taller de Sandro Botticelli en 1472, tres años después de la muerte de su padre. Salió adelante  por su cuenta unos años más tarde, habiendo desarrollado un estilo que estaba profundamente imbuido de la influencia de sus dos grandes maestros.

Desde el principio, el estilo de Filippino como pintor y dibujante estuvo marcado por las formas y las líneas animadas, así como por un colorismo bastante cálido. Estas características son evidentes en obras relativamente tempranas como Tobías y el ángel (National Gallery, Washington, D.C.) y Adoration of the Kings (National Gallery, Londres), que también contienen una representación vívida y naturalista del paisaje.

El primer gran proyecto de Filippino fue la finalización del ciclo de frescos iniciado por Masaccio y Masolino en la Capilla Brancacci de la iglesia Santa Maria del Carmine, en Florencia, que había permanecido inacabado durante más de medio siglo. Aquí Filippino ajustó su estilo para permitir que su contribución encajara a la perfección con la manera más monumental de Masaccio.

Durante todo el período de su temprana madurez, Filippino realizó numerosos dibujos en punta de metal y gouache blanco sobre papel preparado, en los que aprovechó al máximo la línea matizada y los sutiles efectos tonales que se pueden lograr con esta técnica. Un buen ejemplo es el estudio de dos figuras masculinas que se encuentra en el Museo Metropolitano. Aunque esta técnica era común en Florencia en el siglo XV, Filippino la empleó con un grado inusual de seguridad y libertad.

A mediados de la década de 1480, Filippino produjo la Virgen y el Niño y su mayor pintura sobre tabla, la Visión de San Bernardo, ahora en la Abadia florentina. En ambos, el artista combina una interpretación reflexiva y poética de sus temas con colores cálidos y una nueva sutileza de claroscuros.

Poco tiempo después, Filippo Strozzi le encargó pintar su capilla en la Iglesia de Santa Maria Novella, Florencia (1488), pero un año después Filippino se  trasladó a Roma, donde realizó numerosos estudios interpretados libremente sobre antigüedades romanas. Su principal proyecto en Roma fue la serie de frescos en la Capilla del Cardenal Carafa en Santa Maria sopra Minerva, encargado en 1488 pero no terminado hasta cinco años después. Su trabajo allí contiene una nueva animación de la forma y una interpretación viva y personal del vocabulario antiguo que adquirió en su visita a Roma. Después de pasar varios años principalmente en Roma, regresó a Florencia en 1493, donde permaneció hasta su muerte.

La obra más importante de este período y de su carrera es la serie de frescos para la mencionada Capilla Strozzi, que finalmente se terminaron en 1502 (Levantamiento de Drusiana). En ellos logra un nuevo dominio de la complejidad compositiva combinada con una forma enérgica y de colores brillantes. Durante esta última parte de su carrera, Filippino dibujó con pluma y tinta con más frecuencia que antes, logrando una gran espontaneidad y energía creativa en sus formas, como en La Virgen y el Niño atendidos por ángeles.

Filippino murió en abril de 1504 en Florencia. Su seguidor más destacado fue el pintor Raffaellino del Garbo, cuyos dibujos en ocasiones se han confundido con los de su maestro.