Francesco Borromini

Francesco Borromini nace en Bissone, Suiza, el 25 de septiembre de 1599. Hijo de Giovanni Domenico Castelli y de Anastasia Garovo trabaja con su padre en una cantera hasta que decide estudiar, trasladandose a Milán y trabajando en las obras de la catedral de dicha ciudad. Conseguida la experiencia en el sector decide viajar a Roma para trabajar con Carlo Maderno, un antiguo pariente suyo que lo introduce en la Basílica de San Pedro. Trabajan durante unos años hasta que la muerte de Carlo da por concluida la colaboración. Francesco decide colaborar con otros arquitectos de demostrada valía como Gian Lorenzo Bermini que trabajó en la ampliación de la fachada del Palazzo Barberini.

Francesco aprende mucho de Bermini pero terminan enemistandose, un triste infortunio que duraría toda su vida, viendo implicado su trabajo en dicha enemistad. Inocencio X, el actual Papa otorga más importancia a Bermini que al propio Borromini. Con la aparición del nuevo Papa, Alejandro VII, el papel de Francesco toma importancia, encargandose de la mayoría de encargos que le eran ofrecidos como los arreglos de los interiores de la iglesia de Sant'Ivo alla Sapienza o la de San Juan de Letrán. Arregló la fachada de una de sus anteriores obras, la Iglesia de San Carlo alle Quattro Fontane en el Quirinal.

Fue una de las figuras más importantes del barroco y le gustaba investigar e innovar en todos sus proyectos, siendo admirado por muchos personajes importantes de la historia de aquellos tiempos. Escribió numerosos tratados sobre arquitectura y dibujó un sinfín de planos sobre posibles estructuras, aunque, antes de su muerte quemó la mayor parte quedando el Opus Arquitectonicum como una de sus obras póstumas.

Dotado de un carácter solitario y huraño, trabó amistad con el cardenal Spada, el marqués de Castel Rodrigo y el pintor Nicolas Poussin. Hizo voto de pobreza y solo se preocupaba de su trabajo, importandole muy poco el dinero.

Como todo artistas padecía periodos de depresión, aunque se lo conoce por ser un hombre melancólico la mayor parte de su vida. Su carácter belicoso en algunas ocasiones le costó la perdida de algunos encargos y granjeó diversas enemistades.

Muere en Roma, el 3 de agosto de 1667 por una accidente ocurrido en su casa; se clavó su propia espada al caer sobre ella y quedó muy malherido. Murió en el lecho de su casa.