Gabriel Francisco Víctor Miró Ferrer nació el 28 de julio de 1879, en Alicante, la brillante y soleada región del sureste de España sobre el Mediterráneo. Asistió a la escuela-internado jesuita en Orihuela durante los años 1886-1891, y se graduó de la escuela secundaria en 1896.
Miró comenzó a estudiar Derecho en Valencia en 1896, graduándose en 1900.
En 1901 se casó con Clemencia Maignon, hija del cónsul francés en Alicante, con quien tuvo dos hijas, Olimpia y Clemencia.
Su primer libro importante fue Del vivir (1904). En él introdujo el personaje Sigüenza (el propio Miró) y también comenzó a desarrollar las descripciones sensuales e impresionistas por las que se recuerdan sus obras. Sus primeras novelas importantes fueron publicadas en 1908: La novela de mi amigo y Nómada.
Tal vez la escritura más recordado de Miró (en los círculos literarios) es el Libro de Sigüenza, una serie continua de viñetas impresionistas publicadas a partir de 1907. En el estilo de este libro Miró muestra su afiliación con el modernista movimiento de Rubén Darío. Sigüenza es un monje franciscano; es meditativo, retirado, un amante de los animales indefensos. Por encima de todo, el personaje está interesado en los colores, vistas y sonidos. Vive una intensa vida de los sentidos, aunque de manera limitada; carece de fervor moral e intelectual y por lo tanto de capacidad de acción.
En 1914 Miró se trasladó a Barcelona para trabajar en diversas empresas periodísticas. Uno de los proyectos fue el desarrollo de una enciclopedia religiosa, que le llevó a escribir uno de sus libros distintivos, Figuras de la Pasión del Señor (1916). En este trabajo, se centró en varias escenas de la vida de Jesús, concentrándosen en los efectos plásticos y una descripción impresionista.
En 1921 publicó
Nuestro Padre San Daniel, seguido por
El obispo leproso (1926). Estas dos novelas, generalmente consideradas sus obras más finas, tratan en su manera impresionista habitual, sus años de formación en los colegios de la Compañía. Lo que las novelas carecen en estructura lo compensan con una presentación sensible de la formación emocional del niño. Aunque
Miró no era, como
Miguel de Unamuno, un crítico abierto de la Iglesia Católica Romana, su crítica de la enseñanza religiosa es sutil pero sin embargo eficaz.
Después de 1920 Miró vivió en Madrid y trabajó en el Ministerio de Educación. Continuó escribiendo y publicando hasta casi el momento de su muerte, producida el 27 de mayo de 1930.