Henri de Saint-Simon

Saint-Simon nació de una empobrecida familia aristocrática. El primo de su abuelo había sido el duque de Saint-Simon, famoso por sus memorias de la corte de Luis XIV. Henri afirmaba descender de Carlomagno. Después de una educación irregular con tutores privados, ingresó al servicio militar a los 17 años. Estuvo en los regimientos enviados por Francia para ayudar a las colonias americanas en su guerra de independencia contra Inglaterra, y sirvió como capitán de artillería en Yorktown en 1781.

Durante la Revolución Francesa permaneció en Francia, donde compró tierras recién nacionalizadas con fondos adelantados por un amigo. Fue encarcelado en el Palais de Luxembourg durante el Reino del Terror y emergió para encontrarse a sí mismo enormemente rico debido a la depreciación de la moneda Revolucionaria. Se dedicó a vivir una vida licenciosa y de esplendor, entreteniendo a personas prominentes de todos los ámbitos de la vida, en sus deslumbrantes salones. Luego de varios años se había aproximado a la bancarrota. Pasó al estudio de la ciencia, asistiendo a cursos en la École Polytechnique y entreteniendo a distinguidos científicos.

En su primera obra publicada, Lettres d'un habitante de Genève à ses contemporains (1803; "Cartas de un habitante de Ginebra a sus contemporáneos"), Saint-Simon propuso que los científicos ocupen el lugar de los sacerdotes en el orden social. Sostuvo que los propietarios que tenían el poder político podían esperar mantenerse contra los desposeídos solo subsidiando el avance del conocimiento.

Hacia 1808 Saint-Simon se empobreció, y los últimos 17 años de su vida los vivió principalmente gracias a la generosidad de sus amigos. Entre sus muchas publicaciones posteriores se encuentran De la réorganisation de la société européenne (1814; "Sobre la reorganización de la sociedad europea") y L'industrie (1816-18, en colaboración con Auguste Comte; "Industria"). En 1823, en un ataque de desaliento, Saint-Simon intentó suicidarse con una pistola, pero solo logró sacarse un ojo.

A lo largo de su vida, Saint-Simon se dedicó a una larga serie de proyectos y publicaciones a través de los cuales trató de ganar apoyo para sus ideas sociales. Como pensador, era deficiente en sistema, claridad y coherencia, pero su influencia en el pensamiento moderno, especialmente en las ciencias sociales, es innegable. Además de los detalles de sus enseñanzas socialistas, sus ideas principales son simples y representan una reacción contra el derramamiento de sangre de la Revolución Francesa y el militarismo de Napoleón Bonaparte. 

Saint-Simon anticipó correctamente la industrialización del mundo, y creía que la ciencia y la tecnología resolverían la mayoría de los problemas de la humanidad. En consecuencia, en oposición al feudalismo y al militarismo, abogó por un acuerdo mediante el cual los empresarios y otros líderes industriales controlarían la sociedad. La dirección espiritual de la sociedad estaría en manos de científicos e ingenieros, que así ocuparían el lugar ocupado por la iglesia católica romana en la Edad Media europea. Lo que deseaba, en otras palabras, era un estado industrializado dirigido por la ciencia moderna, y uno en el que la sociedad sería organizada para el trabajo productivo por los hombres más capaces. El objetivo de la sociedad sería producir cosas útiles para la vida. Saint-Simon también propuso que los estados de Europa formasen una asociación para reprimir la guerra. Estas ideas tuvieron una profunda influencia en el filósofo Auguste Comte, que trabajó con él hasta que los dos hombres se pelearon.

Saint-Simon murió en 1825, y, en los años siguientes, sus discípulos llevaron su mensaje al mundo y lo hicieron famoso. En 1826 había comenzado a crecer un movimiento de apoyo a sus ideas, y hacia el final de 1828 los sansimonianos mantenían reuniones en París y en muchas ciudades provinciales. En julio de 1830 la revolución trajo nuevas oportunidades a los sansimonianos en Francia. Emitieron una proclama exigiendo la propiedad de los bienes en común, la abolición del derecho a la herencia y el derecho al voto de las mujeres. La secta incluía a algunos de los jóvenes más capaces y prometedores de Francia. En los años siguientes, sin embargo, los líderes del movimiento se pelearon entre ellos, y como resultado, el movimiento se fragmentó y se disolvió. 

A pesar de esto, las ideas de los sansimonianos tuvieron una influencia generalizada en el vida intelectual de la Europa del siglo XIX. Thomas Carlyle en Inglaterra estuvo entre los influenciados por las ideas de Saint-Simon o sus seguidores. Friedrich Engels encontró en Saint-Simon "la amplitud de miras de un genio", conteniendo embrionariamente la mayoría de las ideas socialistas posteriores. Las propuestas de planificación social y económica de Saint-Simon estaban, de hecho, adelantadas a su tiempo, y los marxistas, socialistas y reformistas capitalistas que lo sucedieron por igual, estaban en deuda con sus ideas de una forma u otra. Felix Markham ha dicho que las ideas de Saint-Simon tuvieron una peculiar relevancia para el siglo XX, cuando las ideologías socialistas tomaron el lugar de la religión tradicional en muchos países.