San Ignacio de Loyola fue un clérigo español, fundador de la Compañía de Jesús.
Ignacio era de noble cuna y fue criado en la casa de un prominente cortesano. Nació el 23 de octubre de 1491 en Azpeitia, Guipúzcoa, Reino de Castilla, como el menor de los trece hijos de Beltrán Yáñez de Oñaz y Loyola, VIII señor de la casa de Loyola de Azpeitia, y Marina Sáez de Licona y Balda. En 1517 dejó su vida en la corte para entrar en el ejército. En 1521, durante una convalecencia por una herida grave, se convirtió a través de la lectura de la vida de Jesús. Se fue a Montserrat, donde se confesó y fue absuelto, y desde allí se trasladó a Manresa. En 1523 partió hacia Tierra Santa. Impedido de entrar en Palestina, regresó con la decisión de asegurarse una educación.
Estudió en Barcelona (1524-1526); en Alcalá (1526-1527), donde por un breve periodo fue encarcelado por la Inquisición; en Salamanca (1527-1528), donde volvió a sufrir breve encarcelamiento; y en París. La fortaleza de Ignacio no estaba en lo académico, sino en la dirección espiritual. La Inquisición lo convirtió de nuevo sospechoso, pero fue absuelto de cualquier irregularidad. Junto con seis seguidores -entre ellos San Francisco Javier y Diego Lainez - tomaron votos de pobreza y castidad.
Este grupo fue el núcleo de los futuros jesuitas. Planearon ir a Tierra Santa y vivir en la imitación de Cristo, trabajando para convertir a los musulmanes pero, cuando se destaron las guerras turcas, viajaron a Roma. Ellos fueron ordenados (1537) y recibidos por el Papa (1538), quien los puso a trabajar en Italia.
En 1539, Ignacio elaboró una Regla para una nueva orden y se aseguró (1540) la aprobación papal. Esta sirvió de base para la posterior Constitución, publicada a su muerte, por la que los jesuitas se han regido desde entonces. Ignacio fue elegido Superior General de la Orden en 1541 y se mantuvo como su líder, en la sede de Roma, hasta su muerte.
A pesar de que los jesuitas se convirtieron en una fuerza importante en la Contrarreforma, la Orden no se fundó en especial para tal fin. Los grandes intereses de Ignacio parecen haber sido las misiones extranjeras y la educación de la juventud. Durante su vida se abrieron muchas escuelas en Europa y se iniciaron misiones en Japón, India y Brasil.
Ignacio fue dominado toda su vida por el deseo de imitar a Cristo. Sus
Ejercicios Espirituales, escritos a lo largo de varios años, son una serie de reflexiones, exámenes de conciencia y oraciones, agrupados de acuerdo a un conjunto tradicional de cuatro pasos, que conducen a la unión mística con Dios. La espiritualidad identificado con
San Ignacio se caracteriza por el énfasis en la iniciativa humana. Su pequeño libro es un clásico de la mística cristiana y es muy utilizado por los católicos devotos. Su concepto del "
soldado de Cristo" a menudo se ha entendido demasiado militarmente:
Ignacio utiliza la imagen en obvia imitación a la epístola de
San Pablo (Ef 6,10-17.).
Ignacio falleció el 31 de julio de 1556. Está enterrado en el Gesù de Roma. Fue canonizado en 1622 y su fiesta se celebra el 31 de julio.