Joao Havelange

Jean-Marie Faustin Godefroid de Havelange nació en Río de Janeiro el 8 de mayo de 1916. Su padre, un ingeniero de minas belga, había emigrado a América Latina en busca de trabajo; tenía la intención de viajar a los Estados Unidos a bordo del Titanic, pero llegó a Southampton cuando el buque ya había zarpado.

El joven João creció en un ambiente acomodado en el que la piedad de su madre se reforzaba con la disciplina de su padre. Su lengua materna era el francés, de hecho, no estaba bien visto por sus padres hablar la "humilde" lengua portuguesa.

Inevitablemente siendo un niño en Brasil, disfrutó del fútbol, ​​pero su padre decidió que iba a tener más posibilidades de destacarse como nadador, y le buscó un entrenador personal. Cuando su padre sufrió un infarto fatal en 1933, João le prometió en su lecho de muerte que iba a competir en los Juegos Olímpicos y, tres años más tarde, cumplió su promesa y viajó a Berlín como campeón brasileño y sudamericano de media distancia. Durante casi 10 años fue invicto en América Latina.

El viaje en barco a Alemania duró tres semanas, sin embargo, dado que no había piscina a bordo, Havelange llegó fuera de estado - al menos, eso es lo que explicó para justificar su moderado resultados en las competencias. La propaganda nazi que inundaba los Juegos hizo poca impresión en él: 60 años más tarde, lo que más recordaba de esas Olimpíadas, era la eficiencia con que se había organizado ese gran espectáculo.

A su regreso a Río, Havelange calificó como abogado y pronto encontró su camino en el staff de una de las más grandes compañías de autobuses interestatales del país. A lo largo de los años siempre aseguró que había sidoa este negocio el que le hizo rico e independiente, pero había historias acerca de que su verdadera riqueza provenía del tráfico de armas.

Havelange comenzó a ascender en la administración deportiva de Brasil como director (1949-1951) de la Federación de Natación de Sao Paulo. Cuando tenía poco más de treinta años, todavía se mantenía en buenas condiciones físicas como para jugar en el equipo brasileño de waterpolo, que terminó segundo en el campeonato sudamericano de 1951, y al año siguiente fue con él a sus segundos Juegos Olímpicos, en Helsinki.

Cuatro años más tarde, fue jefe de misión de la delegación brasileña en los Juegos de Melbourne, y en 1958 se convirtió en presidente de la Confederación Brasileña de Deportes, que tenía la responsabilidad de 23 actividades, incluyendo el fútbol.

Felizmente para Havelange, que también se convirtió en miembro del COI (Comité Olímpico Internacional) en 1963, su toma de posesión coincidió con el florecimiento de una generación de futbolistas con talento excepcional en Brasil, el más obvio Pelé. La Selección nacional brasileña ganó la Copa del Mundo en 1958, 1962 y 1970, mientras la posición de Havelange se fortalecía proporcionalmente.

Astutamente se adjudicó gran parte del crédito por el éxito del equipo, y mantuvo su posición durante el régimen militar que controló al país durante gran parte del tiempo, y que en parte dependía del apoyo popular de los brasileños, a quienes daba algo para celebrar. Havelange mantenía también términos cordiales con la junta militar de Argentina, que se benefició al ser elegida anfitriona de la Copa del Mundo de 1978.

En junio de 1974 fue elegido presidente de la FIFA, convirtiéndose en el primer no europeo en ocupar el cargo. Encarando a la FIFA como un negocio, la transformó en una de las organizaciones deportivas más grandes del mundo. Bajo su guía los miembros de la FIFA se incrementaron de 142 a 204 federaciones, y la Copa del Mundo se amplió de 16 a 32 equipos. También supervisó la introducción de una serie de torneos, incluyendo una Copa Mundial de la Mujer (1991). Además, negoció acuerdos de televisión y marketing valorados en miles de millones de dólares. En 1998 dejó el cargo de presidente de la FIFA y fue sucedido por Joseph S. (Sepp) Blatter.

Havelange, que permaneció activo en su vejez, se destacó por su autocontrol exterior y su carismática personalidad. Ciertamente, Tony Blair pareció creer en sus halagos cuando el presidente de la FIFA le dijo que respaldaba la candidatura -finalmente infructuosa- de Inglaterra como sede del Mundial de 2006: Havelange había dado la misma seguridad a Alemania y Sudáfrica.

No obstante, cuando Havelange era contradecido podía llegar a ser arrogante y vengativo. En la década de 1990, momento en el cual Pelé fue Ministro de Deportes de Brasil, los dos hombres se enfrentaron hasta el punto de que este último fue excluído del sorteo del Mundial de 1998. Los orígenes de su desacuerdo se encuentran en un intento de Pelé de limpiar la administración del fútbol de Brasil.

Aunque lleno de logros emblemáticos, la carrera de Havelange como administrador de los deportes también estuvo llena de controversias. En 1999 se informó que había aceptado lujosos regalos de funcionarios olímpicos holandeses, en un fallido intento para asegurar los Juegos Olímpicos de 1992 de Ámsterdam. 

En junio de 2011 se anunció que un comité de ética del COI iba a investigar las alegaciones de que Havelange había recibido un soborno de 1 millón de dólares. Antes de que el comité pudiera comenzar su labor, Havelange renunció como miembro del COI, alegando mala salud; la investigación fue cerrada.

João Havelange recibió numerosos honores y condecoraciones nacionales y extranjeros. Un estadio inaugurado en 2007 en Río de Janeiro, lleva su nombre.

En su vida personal, en 1946 se casó con Anna Maria Havelange Hermanny, con la que tuvo una hija. 

João Havelange falleció el 16 de agosto de 2016, a los 100 años.