El pintor y muralista mexicano
José Clemente Orozco nació el 23 de noviembre 1883 en Zapotlán actual Ciudad Guzmán, en el estado de Jalisco. Cuando todavía era un niño, los padres de Orozco se trasladaron a la Ciudad de México con la esperanza de lograr una vida mejor para sus tres hijos. Su padre, Ireneo, era comerciante, y su madre, María Rosa, era ama de casa y, a veces cantaba para obtener ingresos adicionales; sin embargo, a pesar del esfuerzo de sus padres, a menudo vivían al borde de la pobreza.
La Revolución Mexicana comenzaba a convulsionar la sociedad y, siendo un niño muy sensible, Orozco comenzó a notar las grandes dificultades de la gente que lo rodeaba. Cierto día, mientras caminaba yendo a la escuela, vio al caricaturista mexicano José Guadalupe Posada trabajando en un escaparate abierto. Las pinturas políticamente comprometidas de Posada no sólo intrigaron a Orozco, sino que también despertaron su primera comprensión del arte, como una poderosa expresión de revuelta política.
A los 15 años, Orozco dejó la ciudad y viajó a la campiña. Sus padres lo enviaron a estudiar ingeniería agrícola, profesión en la que tenía muy poco interés. Estando en la escuela, contrajo fiebre reumática y su padre murió de tifus poco después de su regresó a su casa. Quizás Orozco finalmente se sintió libre para dedicarse a su verdadera pasión, porque casi de inmediato comenzó a tomar clases de arte en la Academia de San Carlos. Para mantener a su madre, también consiguió pequeños trabajos, primero como dibujante para un estudio de arquitectura, y más tarde como pintor post-mortem, realizando retratos coloreados de personas difuntas.
Para esa época, cuando Orozco tuvo la certeza de que seguiría una carrera en el arte, la tragedia lo golpeó. Mientras mezclaba productos químicos fabricando fuegos artificiales para celebrar el Día de la Independencia de México en 1904, se produjo una explosión accidental que le lesionó el brazo izquierdo y la muñeca. Debido a las festividades nacionales, no consiguió en varios días que lo viera un médico. Cuando finalmente pudo ser atendido, la gangrena ya era un hecho y fue necesario amputarle toda la mano izquierda.
En los años siguientes, mientras vivía con lo justo, Orozco trabajó durante un tiempo como caricaturista para un periódico independiente, de la oposición. Incluso después de que finalmente consiguiera su primera exposición individual, titulada "La Casa de las Lágrimas", una mirada a la vida de las mujeres que trabajan en el barrio rojo de la ciudad, Orozco debía pintar muñecas Kewpie para pagar el alquiler. Teniendo en cuenta sus propias luchas, no es de extrañar que sus cuadros estuvieran tan llenos de complejidades sociales.
En 1922, comenzó a crear murales. El impulso original para este trabajo fue una innovadora campaña de alfabetización puesta en marcha por el nuevo gobierno revolucionario de México. La idea era pintar murales en edificios públicos como un método para transmitir los mensajes de campaña. Aunque sólo realizó este trabajo durante un corto tiempo, Orozco llegó a ser conocido como uno de los tres "muralistas mexicanos". Los otros dos fueron sus contemporáneos,
Diego Rivera y
David Alfaro Siqueiros. Con el tiempo, la obra de Orozco fue reconocida de forma única y distinguida de la de Rivera y Siqueiros por su intensidad y su temática centrada en el sufrimiento humano. Sus vastas escenas ilustran la vida y las luchas de los campesinos y de la clase obrera popular.
Orozco se casó Margarita Valladares en 1923, y tuvieron tres hijos. En 1927, después de años de trabajar como un artista poco apreciado en México, Orozco dejó a su familia y se mudó a los Estados Unidos. Pasó un total de 10 años en ese país, durante los cuales fue testigo de la crisis financiera de 1929. Su primer mural en los Estados Unidos fue creado para el Pomona College en Claremont, California. También creó obras para la Nueva Escuela de Investigación Social, el Dartmouth College y el Museo de Arte Moderno. Uno de sus murales más famosos es "The Epic of American Civilization", ubicado en el Dartmouth College de New Hampshire. Se necesitaron dos años para terminarlo, se compone de 24 paneles y es cerca de 3.200 pies cuadrados.
En 1934, Orozco regresó a su esposa y a su país. Ya establecido y altamente respetado, fue invitado a pintar en el Palacio de Gobierno en Guadalajara. El fresco principal que se encuentra en sus techos abovedados se titula "El pueblo y sus líderes".
Orozco, ya con cincuenta y cinco años, pintó a continuación lo que llegaría a ser considerada su obra maestra, los frescos ubicados en el interior del Hospicio Cabañas de Guadalajara, hoy distinguido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, en uno de los complejos hospitalarios más antiguas de América Latina. El trabajo, que se conoció como la "Capilla Sixtina de las Américas", es un panorama de la historia de México, desde la época prehispánica, incluidas las escenas de las tempranas civilizaciones indias, a través de la Revolución Mexicana, que él describe como "una sociedad envuelta en llamas".
En 1940, el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de Nueva York le encargó crear la pieza central de su exposición "Veinte Siglos de Arte Mexicano." Sus contribuciones incluyeron "Bombardero en picada" y "Tanque", ambos comentarios sobre la inminente Segunda Guerra Mundial.
Alrededor de este tiempo, Orozco concoció a Gloria Campobello, primera bailarina del Ballet de la Ciudad de México. En el curso de los tres años siguientes, dejó a su esposa Margarita para vivir con Gloria en la ciudad de Nueva York. El asunto, sin embargo, terminó casi tan rápidamente como empezó. En 1946, Campobello lo dejó, y Orozco regresó a México para vivir solo.
En 1947, el escritor estadounidense John Steinbeck requirió a Orozco para ilustrar su libro La Perla. Un año después pintó el que sería su único mural al aire libre, "Alegoría de la Nación", al Magisterio Nacional de México. El trabajo fue fotografiado y presentado en la revista Life.
En el otoño de 1949, Orozco terminó su último fresco. El 7 de septiembre de ese mismo año, murió en su sueño por una insuficiencia cardiaca; tenía 65 años de edad.