Katherine Edwina Gibbs, conocida en el mundo artístico como
Kay Francis, nació en Oklahoma City el
13 de enero de 1903. Hija de una actriz, Kay siempre quiso seguir los pasos de su madre, y desde muy pequeña encamino su futuro para desempañarse como intérprete.
En un primer momento la joven Kay trabajó como secretaria en una agencia inmobiliaria, y después consiguió debutar en el teatro, haciendo unas cuantas representaciones, hasta que puede llegar al gran mundo de Hollywood a fines de la década de los años veinte. Pudo obtener un contrato con la Paramount y aparece por primera vez en la gran pantalla en la delirante primera película de los hermanos Marx, rodada en 1929 titulada
Los cuatro cocos.
Desde un primer momento Francis dejó fascinado a directores y críticos y continúa trabajando en otras producciones cinematográficas como
Raffles de 1930, después estuvo en Girls about town que se grabó en 1931. De ese mismo año es el film Guilty hands, y doce meses más tarde, protagoniza la comedia de
Ernst Lubitsch titulada
Un ladrón en la alcoba.
Se estaba acabando el año 1932, cuando
Francis Kay decide dar un gran giro en su área laboral y deja la Paramount, en donde trabajó un largo tiempo, para pasarse a la Warner. Sin pensarlo su nueva casa de cine, le resultó mucho mejor en todos los sentidos y la bella y glamorosa morena pudo seguir actuando en otras producciones como
Jewell Robbery, Viaje de ida,
El agente británico que se grabo en 1934 y la película que le daría el mayor éxito de su vida artística
First Lady rodada en 1937 y dirigida por
Stanley Logan.
Después llegarían Confession, Dos mujeres y un amor, que fue el nombre de la RKO y que estuvo dirigido por
John Cronwell.
La llegada de la nueva década, no significo algo bueno para la actriz, ya que debió pasara a un segundo plano por la llegada de nuevos talentos jóvenes y bellos como la gran
Bette Davis. Sin embargo Kay pudo destacar en el film western de
George Marshall Sendas siniestras de 1940. Luego de esta producción, la actriz debió resignarse a participar en films de menor calidad y de bajo presupuesto.
Kay Francis se casó cinco veces, pero su matrimonio más famoso y recordado fue el cuarto, con el también actor
Kenneth Mackenna, a quien conoció mientras grababa The victorious sin en 1930.
Luego de retirarse de su carrera como actriz, Kay se instaló en su residencia ubicada en la ciudad de Nueva York, en donde permaneció hasta el día de su muerte, el
26 de agosto de 1968, víctima de un cáncer a la edad de 65 años.