María Andrea Parado de Bellido nació en Huamanga, Ayacucho, el
5 de julio de 1777. Cuando sólo tenía 15 años contrajo matrimonio con
Mariano Bellido, un negociante que por el año 1820 trabajó en la sección de correos del distrito de Paras en la provincia de Cangallo. Era en este lugar donde vivía al lado de su familia, pero cada cierto tiempo viajaban para quedarse un tiempo en Huamanga.
María llegó a tener 7 hijos con su marido, Gregoria, Andrea, Mariano, Tomás, María, Leandra y Bartola. Cuando las filas patriotas del general Juan Antonio Álvarez de Arenales estuvieron por Huamanga, su hijo Tomas decide tomar la vida militar para defender a su país del ejercito español, luego se sumaría a los montoneros patriotas acaudillados por Quiroz Lazon, mientras aún estaban en actividad en cangallo.
Su esposo y Mariano, su otro hijo, decidieron colaborar también con aquellos montoneros que actuaban en coordinación con las fuerzas regulares del general don José de San Martín. En Huamanga se había instalado una división del ejército español a órdenes del general José Carratalá, quien ordenó reprimir a los rebeldes.
No cabe duda que fue el ejemplo de su esposo y de sus hijos lo que le dio la fuerza a María para ponerse de lado de la causa libertadora. Su condición limitada en cuanto a estudios no le permitió aprender a leer ni a escribir, por ello le dictaba a su gran amigo Matías Madrid, las cartas que enviaba a su marido para contarle acerca de los movimientos y planes que tenía el enemigo.
Su esposo le dirigía toda la información que recibía al patriota Quiroz. De esta forma los patriotas pudieron abandonar el pueblo de Quilcamachay el 29 de marzo de 1822, y un día después fue ocupado por los realistas, encontrándose una de las cartas que María enviaba, olvidada por descuido en la chamarra de uno de los guerrilleros.
Descubierta la misiva, María fue perseguida y luego apresada el 30 de marzo en la ciudad de Huamanga. Fue torturada para que confiese el nombre de sus colaboradores, pero siempre guardo silencio. Al ver que no podían sacarle la información que necesitaban, Carratalá dio la orden de fusilamiento.
Custodiada por fuerzas de guarnición realista, condujeron a María en procesión hasta la plaza de armas de Huamanga y en cada esquina un oficial dio lectura al bando de la sentencia dictada por Carratalá, justificando su acción y poniéndola como ejemplo a posteriores que intenten rebelarse contra el rey y señor del Perú. Fue llevada hasta la plazuela del Arco donde se encontraba el pelotón de fusilamiento. Fue nuevamente amonestada para que revelara el secreto, perdonándole la pena, pero María seguía firme en su decisión.
Resignada a morir, se arrodilló y dirigió su mirada al cielo esperando la muerte que le llegó un 10 de mayo de 1822. Existen muchas versiones sobre qué pasó con su cadáver y con su familia. Lo que se pudo verificar, tiempo después, es que Simón Bolívar, estableció una pensión para sus hijas, pero nunca se supo de la suerte que corrieron su esposo e hijos varones que también compartían el mismo ideal.