La escritoraa estadounidense, ganadora del premio Pulitzer,
Wilella Sibert Cather, nació en Winchester, Virginia, el 7 de diciembre 1873. Fue la primera de los siete hijos de Charles Fectigue y María Virginia Boak Cather.
Cuando Willa tenía nueve años, su padre trasladó a la familia a Red Cloud, Nebraska, para dirigir un negocio de préstamos agrícolas. El amor inmediato de la pequeña por la pradera y su participación en la vida de los inmigrantes bohemios y escandinavos le proporcionaron tanto el material, como una sencilla manera de expresión para sus novelas.
Aunque fue educada principalmente por su madre, Willa tenía suficientes conocimientos de literatura inglesa y latín como para tener un desempeño excelente en la Universidad de Nebraska. En este momento se sintió interesada en la carrera de periodismo. Comenzó a trabajar como crítico de teatro para los periódicos de Lincoln, Nebraska, cuando aún estaba en la escuela. Después de recibir el título en 1895, se mudó a Pittsburgh, Pennsylvania, y encontró trabajo como editora, crítico teatral y profesora de secundaria.
En 1903 Cather publicó la colección de poemas Crepúsculos de abril. En 1905 una colección de cuentos, El jardín de los Troll. Ninguna de ambas colecciones mostraban realmente su talento. Su primera novela, El puente de Alejandro, la historia del amor de un ingeniero por dos mujeres, se publicó en 1912.
Con una conmovedora historia de la pradera, O Pioneers! (1913), Cather al fin mostró su talento oculto. La historia de Alexandra Bergson, hija de colonos suecos, cuya devoción a la tierra y a su hermano menor interfiere con su propia oportunidad de ser feliz, es una novela importante y una fuente fundamental para el trabajo posterior de Cather. En El canto de la alondra (1915), presenta la historia del intento de una mujer joven para realizarse artísticamente en una ciudad pequeña. Mi Antonia (1918), en general se considera su mejor novela, está basada en los recuerdos de la infancia en la pradera y el amor de un exitoso abogado de la ciudadpor Antonia Shimerda, una brillante chica bohemia.
La siguiente novela de Cather, Uno de los nuestros (1922), que trata sobre un hombre que va a la guerra con el fin de escapar de su entorno de granja del medio oeste, ganó el Premio Pulitzer. Una dama perdida (1923) cuenta la historia de una joven educada, reflexiva frente al materialismo del período posterior a los pioneros. La casa del profesor (1925) es un estudio de los problemas de la juventud y la media edad. Estas tres novelas difieren de los trabajos previos de Cather sobre la vida de las praderas, dado que ahora la atmósfera del medio oeste se describe como una fuerza de trabajo enfrentada a los sueños artísticos y el desarrollo intelectual de los personajes.
Posteriormente Cather abandonó el Medio Oeste, no sólo en forma física sino también como inspiración para sus novelas. Vivió entre Nueva York y Europa hasta finales de la década de 1920; luego descubrió el desierto del suroeste, que ocupó el lugar de la pradera.
La muerte llama al arzobispo (1927) describe la vida de los misioneros en México durante la década de 1850. Sombras sobre la Roca (1931) es una descripción de la vida francesa-católica del siglo XVII en Quebec. Ambas novelas representan el interés de Cather en el catolicismo romano y su admiración por las cualidades de valor y resistencia que ella observaba en su vida.
La devoción de Willa Cather a la tierra y su respeto por aquellos arraigados a ella, son elementos clave de su trabajo. El hombre y la naturaleza son vistos como personajes de igual importancia en un drama cósmico. A pesar de su amor por la pradera, se dio cuenta que ni la vida, ni su gente eran perfectos. Ella era consciente -y lo describe con honestidad- del estancamiento intelectual y los prejuicios de mente estrecha que existía al lado de las buenas cualidades de esa vida.
En sus últimos años se dedicó a la no ficción y la crítica. Para mayores de cuarenta (1936) contiene una expresión de sus ideas sobre la escritura y, en parte para dedicarse a su escritura, Cather nunca se casó. Murió el 24 de abril de 1947, en la ciudad de Nueva York.