2016 será recordado por la muerte, una tras otra, de los grandes nombres de la música pop. El primero en marcar el comienzo de la lista de negra de lo que se ha denominado como el "
annus horribilis" de la música fue
David Bowie: el "
White Duke" desapareció el 10 de enero, a los 69 años a causa de un tumor contra el que libró una larga batalla. Después de sólo ocho días, a los 67 años, se fue por una combinación de artritis rematoide, neumonía y colitis ulcerosa, más las consecuencias de un intestino, también
Glenn Frey, co-fundador de los legendarios
Eagles.
Pasaron 10 días y un ataque al corazónse llevó al últims "hippie"
Paul Kantner, fundador y líder de los
Jefferson Airplane y Jefferson Starship. En marzo, decide terminar con su vida, disparándose un tiro en la cabeza en su villa de Santa Mónica,
Keith Emerson, miembro de
Emerson, Lake & Palmer, banda de culto del rock progresivo. Y el 8 de diciembre murió también el segundo miembro de la banda,
Greg Lake.
El 21 de abril se conoció la trágica noticia de la muerte de
Prince, que en junio habría cumplido 58 años, por una sobredosis de opiáceos. Al cabo de unos meses, la noche entre el 6 y 7 de noviembre, murió a los 82 años, por una caída en su casa, el cantautor canadiense
Leonard Cohen, poeta melancólico recordado por muchas canciones, especialmente la hermosa "
Hallelujah".
Y de nuevo en la víspera de Navidad, debido a una grave infección desaparece, en un hospital en España
Rick Parfitt, viejo guitarrista de
Status Quo, una banda líder del rock británico. Parecía suficiente, pero no: como un terrible e inesperado coletazo, 2016 nos robó también a
George Michael: irónico destino para el fundador de
Wham! que se fue a los 53 años debido a un ataque al corazón, justo en el día de Navidad.
El enésimo -y esperamos último- adiós, que mutiló gran parte de la historia de la música de los '80 llevándose a muchos y muy populares artistas.