El sábado por la mañana Pippa Middleton dio el sí a su novio
James Matthews en la Iglesia de San Marcos, frente a 100 invitados seleccionados, incluyendo a su hermana
Kate Middleton que no podía faltar con su esposo, el
Príncipe William y sus hijos a cuestas; también presente el
Príncipe Harry pero sin su
Meghan Markle.
Después de la ceremonia, después de posar para los fotógrafos, todos los invitados VIP se dirigieron a la finca de los Middleton, en Berkshire, donde, en el "palacio de cristal" montado en el inmenso jardín se inició el baile: los huéspedes que para ingresar debían decir una contraseña y cuyos smartphone fueron retenidos, bailaron hasta las 4 am.
Las medidas de seguridad implementadas por los Middleton realmente funcionaron. No se filtró a los medios ninguna foto de la recepción, a excepción de la estructura de cristal instalada en el jardín, desde donde se podían ver las luces de discoteca que acompañaron a los invitados hasta la madrugada.
En la recepción fue prohibido el uso del teléfono celular y la difusión de dichas imágenes a través de las redes sociales. Entre las medidas de seguridad, se incluyó una zona de exclusión aérea sobre la casa Middleton entre el viernes y el domingo.
Confirmando los rumores de los días previos a la boda
Meghan Markle asistió a la boda de Pippa y James, pero sólo a la recepción. Su novio Harry, de hecho, hizo su entrada en la iglesia con su hermano William. Sin embargo, después de la ceremonia religiosa, el vástago de la casa de Windsor subió a su coche para ir a buscar a la actriz canadiense a Londres y llevarlaal banquete en Berkshire, un total de 150 km entre ida y vuelta.
Los invitados VIP pudieron disfrutar de una cena de cinco platos con muchas delicias regionales, más de 7 libras de caviar beluga, ríos de champaña y whisky y una forma de queso parmesano para el aperitivo. El corte de la torta fue en la tarde después de 16.30 y no al final del grand banquete nocturno.
Entre tantos lujos, como el sobrevuelo de un Spitfire de época al final de la fiesta, también una diversión "plebeya": una mesa de ping pong en la que
Roger Federer y el príncipe Guillermo se enfrentaron varias veces.