Es la única persona en Gran Bretaña autorizada para conducir sin licencia, pero las horas de
Isabel II tras el volante podrían estar contadas. De hecho, según el Sunday Times, tras el accidente de
Felipe de Edimburgo el pasado enero, la reina habría cedido a la presión de su equipo de seguridad y habría decidido dejar de conducir en las carreteras del Reino.
Una decisión tomada a regañadientes porque se sabe que la soberana es una entusiasta de los motores y, a pesar de que nació con un choffer a su disposición, a menudo fue fotografiada al volante de alguno de sus bólidos: Jaguar, Land o Range Rovers. Para el deleite de los pasajeros. Todos menos uno.
De hecho, parece que en 1998 la reina "aterrorizó" al por entonces heredero del trono de Arabia Saudita, el Príncipe Abdullah, con un recorrido por sus propiedades. En un libro de sus memorias publicado en 2012, el ex embajador británico en Arabia Saudita, Sir Sherard Cowper-Coles, contó que el príncipe no estaba acostumbrado a ver a una mujer conduciendo y que estaba muy asustado por la velocidad de la reina a quien "suplicó más que una vez disminuir la velocidad".
Isabel, próxima a cumplir 93 años, continuará, sin embargo, conduciendo en sus propiedades.