Arthur ‘Cody’ Jarrett, junto con los miembros de su banda, asaltan un tren llevándose el botín, no sin antes asesinar a sangre fría a los conductores del mismo. Perseguido por la policía, y viendo que la cosa se le está poniendo difícil, Jarrett se prepara una coartada, la cual le implica en un delito menor.
Condenado por dicho delito a dos años de cárcel, la policía, a sabiendas de que todo es un montaje y una trampa, decidirán poner a un agente infiltrado en la prisión con la misión de que consiga ganarse la confianza de Jarrett y hacerle confesar el asesinato múltiple que ha cometido.
Jarrett es un psicópata y un asesino a sangre fría, que no se inmuta en absoluto cuando mata, y que siente una gran obsesión por su madre, a la que adora. Y es curioso el hecho de que, a pesar de todo ello, el espectador normalmente empatiza con él, deseando que no caiga en la trampa del policía infiltrado.
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