Keane es un brillante y reconocido abogado de prestigio, felizmente casado, que es contratado para defender a la señora Paradine, una atractiva mujer acusada de haber asesinado, envenenándole, a su marido ciego. Keane, a pesar de ser tan buen profesional, se enamora de su cliente, a la cual no le cuesta ningún esfuerzo convencerle de su inocencia.
Esto provoca que la defensa de Keane se base sólo en el amor y no en la razón. Él no se plantea en si es inocente o no, simplemente la considera inocente porque la quiere.
La película se divide de hecho en dos historias paralelas. Por un lado, la del dramático triángulo que forman el abogado, su esposa y su cliente. Ésta tiene una actuación ambigua durante todo el largometraje, sin que el espectador sepa muy bien por dónde va, no sabiéndose tampoco si es culpable o inocente hasta el final de la película. Y la esposa de Keane, representando perfectamente a la mujer que se da cuenta de que está perdiendo a su marido porque se ha enamorado de otra mujer.
Por otra parte, el proceso judicial, con fantásticas escenas en las cuales, aparte de la excelente interpretación de Gregoy Peck, tiene un gran peso la presencia del inolvidable Charles Laughton en el papel de juez. |