En una ciudad de nuestro país, un grupo de aburridas mujeres de clase alta organizan una campaña para las fiestas navideñas para que cada familia rica acoja a un pobre para comer en su casa el día de Navidad. Así, piensan, por un día podrán comer bien y sentir el afecto y el calor del hogar del que no pueden disfrutar nunca.
Han contratado a Plácido, un humilde padre de familia que tiene un motocarro, para que pasee en éste por la ciudad una estrella navideña anunciando a bombo y platillo el acto de caridad que van a realizar las familias ricas. Sin embargo, Plácido tiene un grave problema, y es que por la mañana le va a vencer la primera letra de su motocarro y lo va a perder, a pesar de que es su medio de ganarse la vida.
Plácido pasará la noche paseando la estrella y buscando quien le pueda ayudar en su grave problema, pero los organizadores de la campaña no le hacen ni caso. De hecho, les importa un comino el problema que pueda tener el pobre Plácido.
Se trata de una demoledora crítica social, que a Berlanga se le ocurrió a partir de una campaña franquista cuyo lema era “siente un pobre a su mesa”, una manera como otra cualquiera de limpiar las conciencias de algunos. |